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¿Eres roble o eres junco?

Cuentan que una vez hace muchos años crecieron juntos un junco y un roble a la misma orilla del río.

Compartían las delicias de la primavera y la rudeza del invierno, pero nunca estaban de acuerdo. Un día el roble dijo al junco:

¡Realmente eres digno de compasión. El menor soplo de aire te tumba. Mis poderosas raíces son el mejor antídoto contra el viento. Sabes que tengo razón!.

Tal vez, dijo el junco, tengo un aspecto débil y comprendo tu preocupación. Pero no te fíes… ¡La flexibilidad es mi gran fuerza, pues aunque me doblo, nunca me rompo!

Tras una larga discusión empezó a soplar un viento terriblemente fuerte. El junco bailó al son del vendaval, flexible ante sus peticiones.

El roble, rígido y estricto, permaneció inmóvil ante aquella furia.

A la mañana siguiente, el junco se alzó sacudido y conmocionado, pero vivo, sólo para descubrir a su lado un gran agujero, justo donde el roble aposentaba sus raíces.



En la vida de casi todas las personas hay momentos en los que soplan vientos fuertes, situaciones dolorosas, pérdidas (de seres queridos, empleos, pérdidas materiales…), frustraciones…

Sin embargo, no todos las afrontamos de la misma forma.




Hay algunas personas que se adaptan como el junco, se muestran flexibles y son capaces de reponerse y seguir en pie después del vendaval.

Pero, ¿cómo ser junco? ¿qué puedo hacer para manejar mejor las situaciones difíciles y los problemas cotidianos?

Una de las primeras claves es la valoración que hago de la situación crítica o problema que tengo. Si valoro esta dificultad como algo imposible de resolver, inamovible y permanente, difícilmente me animaré a poner en marcha estrategias para resolverla o mejorarla. Por lo tanto, es importante ver las cosas con perspectiva, pensando en que son susceptibles de cambio y mejora. Probablemente, si echas un vistazo atrás en tu vida te darás cuenta de que has resuelto con éxito o superado situaciones realmente complicadas, de las que nunca pensaste que serías capaz de afrontar. Así que, ¿por qué va a ser esta diferente?

Por otro lado, es importante valorar el cambio como parte de la vida. Según vamos cumpliendo años, nuestra vida va cambiando, lo que antes era una prioridad se convierte en algo sin importancia y, al revés, aquello a lo que no dábamos valor, se vuelve algo vital en nuestro día a día. Ser roble no nos beneficia en este caso, mantenernos rígidos en nuestras ideas y comportamientos no nos ayuda. Es la flexibilidad, la capacidad de adaptarnos a estos cambios y la aceptación de los mismos como algo natural y positivo lo que nos llevará a un mayor bienestar psicológico.

Para no perdernos en el camino y que todo tenga un sentido, es importante fijarnos unos objetivos y valorar qué cosas podemos hacer en nuestro día a día para conseguirlos. La idea es no perder el rumbo, que nuestras acciones sean coherentes con nuestros valores y nuestras prioridades. Imaginemos nuestros objetivos como un destino al que queremos llegar y las acciones que realizamos para conseguirlos como el camino trazado en el mapa que nos lleva a la meta.

Para poder afrontar situaciones complicadas, además de lo que hemos comentado hasta ahora, es vital mantener una visión positiva de nosotr@s mism@s, es muy importante hablarnos como lo haríamos con una persona a la que queremos mucho, tratar de valorar las cosas buenas que hacemos y no juzgarnos con dureza… Es frecuente que cuando estamos cuidando (igual que en otras situaciones de la vida), cometamos errores. Es importante aquí poner en la balanza y ver todas las cosas que hacemos bien, no permitir que un error tiña de negros o grises todas las otras cosas que hacemos bien con nuestro familiar.

Por último, hay dos aspectos que nos pueden ayudar a mantenernos en pie cuando el viento sopla fuerte.



Una de ellas es mantener la esperanza, una visión optimista de la vida es siempre de gran ayuda. Si no eres de las personas que de forma natural ve el lado positivo de las cosas, es importante que dediques un pequeño esfuerzo en este sentido, ¡siempre encontrarás algo! Incluso de situaciones realmente complicadas hay personas que son capaces de sacar una lección de vida. Por ejemplo, personas cuidadoras relatan como el cuidado les está dando una oportunidad para recuperar o restaurar la relación con su ser querido.

Otra de ellas es mantener las relaciones con los demás. Desde el programa Cuidar a quienes cuidan, estamos haciendo especial hincapié en la importancia de mantener las redes, de seguir realizando actividades de ocio y de mantener espacios propios, más allá del cuidado. Las relaciones sociales tienen un importante efecto amortiguador del sufrimiento, por lo que son especialmente importantes para mantenernos como juncos cuando viene el vendaval.



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